Pensar la Independencia es pensar la Patria soberana, justa y liberada. La de los sueños colectivos, la de la felicidad del pueblo. También pensar la Patria es lograr ver que en la historia de nuestro país existieron muchas independencias colectivas que nos han hecho libres en distintos sentidos: fuimos libres en cada tango de Piazzolla, en cada gambeta del inolvidable Diego del 86, en cada corazón que latió por Favaloro, en cada Plaza de Mayo, en 1983 con Alfonsín y en cada 17 de octubre. Fuimos y somos independientes cada vez que asumimos los desafíos como sociedad y propusimos transformaciones profundas. Porque ninguna lucha es individual, sino que todo proceso de cambio y de irrupción de nuevas ideas es colectivo al tiempo que transforma nuestras biografías. Hoy, a 200 años de aquel 9 de julio de 1816, tenemos que pensar los nuevos desafíos que tenemos como sociedad.
Cada fecha patria es motivo de celebración y encuentro, pero también es un punto de inflexión en la memoria colectiva que permite repensarnos y repensar los elementos que determinan cómo vivimos, lo que somos y lo que no queremos ser. Por eso, el mensaje del Papa Francisco en el año del Bicentenario de la Independencia, nos pone ante el enorme desafío de cuidar la Patria: no se vende, se defiende. No vender nuestra Patria es, como dice Francisco, “estar cerca de los que más sufren”, hacerse cargo de nuestros problemas y, ante todo, no quedarnos quietos sino proyectar una vida mejor, en función de nuestros sueños y de nuestros mejores valores como sociedad. Sin embargo, superar la apatía para estar cerca de los que más sufren, pasar de la indignación a la acción, no nos tiene que llevar a poner parches coyunturales y leyes de emergencia. Por el contrario, implica generar una gran transformación: nuestra independencia del siglo XXI.
Y los bonaerenses no podemos ser ajenos a este mensaje. Necesitamos encarar el verdadero cambio en la provincia para dar respuesta a los problemas de la gente. Se trata, en definitiva, de entender que sólo dando las discusiones de fondo podremos retomar el proceso de transformaciones que necesitamos los bonaerenses y los argentinos. Para ello, es importante empezar por asumirse parte del problema y reconocer que no hemos hecho lo suficiente. Que como políticos, todos hemos fallado al no atender a lo estructural y, en el caso de la provincia, a privilegiar lo electoral porque este gigante funciona como un trampolín a la presidencia. Los bonaerenses no necesitamos eso. Precisamos gestión y mucha.
Una provincia concentrada y desigual como la nuestra debe reformarse. Y con la división geopolítica de la provincia de Buenos Aires vamos a acercarnos a las reales demandas de la gente, con mejores estrategias regionales y con buenas respuestas para los problemas. Este desafío colectivo apunta a lo más alto en el año del Bicentenario: tener un país verdaderamente federal y para eso necesitamos una provincia que se multiplique. La división de la provincia de Buenos Aires que propongo, con la certeza de que construiremos junto a otras fuerzas políticas, será la gran independencia nacional para los desafíos que tenemos en el siglo XXI.
Hace 200 años empezamos a ser libres porque tomamos decisiones importantes, con solidaridad y con la fuerza de un pueblo dispuesto a construir una Argentina libre, justa y soberana, para todos y todas.
Por José Ottavis, Eric Lagorio y Germán Verne.