18/08/2010 – Tiempo Argentino – Editorial – Pág. 16
Ganar 2011 para transformar la Argentina
A nosotros no nos engañan ni Duhalde, ni De Narváez, ni Solá, ni Macri: con ellos, el peronismo se vuelve inofensivo. Se convierte en una simple herramienta electoral, no en un movimiento revolucionario.
José María Ottavis Presidente de la JP bonaerense La juventud tiene una relación de glorias y fracasos con la historia argentina. De glorias: fue ella el motor de las gestas más importantes que marcaron a nuestro país. Desde las luchas por la independencia, pasando por las jornadas de octubre del ’45, el retorno de Perón luego de 18 años, para terminar el 19 y 20 de diciembre de 2001 con la resistencia al neoliberalismo. De fracasos: también eran jóvenes los perseguidos durante la resistencia peronista, los desaparecidos por la Dictadura, los que murieron heroicamente en Malvinas, y los excluidos y marginados en los ’90. Ese rol trascendente vuelve a la juventud en un acto imprescindible de la historia nacional. A plantearlo con claridad: la única demostración de que a la clase dirigente le importa el futuro la tenemos cuando escucha lo que los jóvenes tienen para decir o los incluye en la toma de las decisiones. Caso contrario, son palabras huecas, mentirosas. Simples y berretas estrategias de márketing. Un “plan” que no tiene plan. El kirchnerismo ha renovado la relación de la dirigencia política con la juventud de su tiempo. ¿Qué ha ocurrido? Por un lado, ha tenido evidentes logros en su gestión que han repercutido en las nuevas generaciones: se crearon millones de empleos, se recuperó el salario de los pibes, las familias mejoraron sus perspectivas de cara al futuro, la Asignación Universal garantizó mayor inclusión, se incrementó notablemente el financiamiento educativo, el programa Conectar– Igualdad, por citar algunos. Son jóvenes los dest inatarios directos de estas intervenciones trascendentales. El caso de la Asignación Universal merece un párrafo aparte. Se trata de una transferencia de miles de millones de pesos hacia los sectores más vulnerables. Es la inversión social más destacable de América Latina. Además, la medida aumentó la matrícula educativa en un 25%. No hay futuro posible sin chicos en las escuelas. Pero la relación kirchnerismo y juventud no se asienta sólo en resultados materiales. Desde 2003 la Casa Rosada dejó de ser un lugar ocupado por sirvientes de las corporaciones pasó a ser un símbolo de la transformación argentina. La Ley de Medios, la política de DD HH, el matrimonio igualitario, la estatización de las AFJP, por nombrar algunos casos, son decisiones que instituyen nuevos derechos, profundizan la democracia y rompen con el statu quo. En ese contexto, los jóvenes no podemos menos que sentirnos interpelados. Los que venimos de una tradición militante, que somos peronistas, vemos en el kirchnerismo la expresión de nuestros anhelos. Con claridad: Néstor Kirchner y Cristina Fernández expresan la independencia económica, la soberanía política y la justicia social. Como señalaba una editorial de La Cámpora: “Peronismo puro, kirchnerismo al palo.” A nosotros no nos engañan ni Duhalde, ni De Narváez, ni Solá ni Macri: con ellos, el peronismo se vuelve inofensivo. Se convierte en una simple herramienta electoral, no en un movimiento revolucionario. Por su parte, aquellos jóvenes que provienen de otras tradiciones militantes o mantienen mayor distancia con el compromiso político, también se sienten demandados por el actual proceso político. De a poco, se vuelcan a las calles, se reúnen en iniciativas colectivas, participan a su manera aprovechándose de las nuevas tecnologías de comunicación. Es impresionante el activismo que se destaca en blogs, sitios web y en las redes sociales virtuales. La Argentina define a cada paso su destino. La elección del año próximo determinará hacia dónde queremos ir. En ese marco, el gobierno nacional deberá continuar alentando la participación de los jóvenes. Tiene que estar atento a nuestras múltiples y complejas demandas. Somos jóvenes los que pedimos más créditos hipotecarios para poder comprarnos una casa, y también lo somos los que muchas veces somos maltratados por la policía o morimos víctimas del gatillo fácil o mientras nos practicamos un aborto clandestino. Estas son cosas inadmisibles en la Argentina que soñamos. Los que tenemos responsabilidad como militantes juveniles debemos asumir también nuestro rol. La Juventud Peronista, La Cámpora, todas las juventudes, debemos actuar con voluntad política y la firme decisión de construir consensos. Tenemos que estar al lado de las necesidades y las injusticias que sufren los jóvenes para convertirnos en caja de resonancia de sus problemas y buscar soluciones en el accionar estatal. Y lo más importante: desde la juventud peronista de la provincia de Buenos Aires debemos decirles a nuestro pueblo y a nuestros dirigentes que no sirve ganar en un sálvese quien pueda electoral. No queremos ganar una elección para seguir en el poder. Queremos ganar para que el poder del peronismo transforme la Argentina. Queremos que Néstor y Cristina sean en 2011 lo primero de lo nuevo. El kirchnerismo de hoy, como el peronismo de ayer, se volvió “incorregible” cuando le impuso condiciones a las corporaciones de todo tipo. Y cuando lo hizo fue para dignificar a las mayorías populares. Si el peronismo quiere seguir siendo un “hecho maldito” en la historia argentina deberá estatizar YPF, asumir el control de los recursos naturales, avanzar sobre las rentas extraordinarias (industriales, mineras, petroleras, agropecuarias) y lograr el cincuenta y cincuenta en el reparto de la riqueza. En definitiva, hacer honor al legado de Evita: “el peronismo será revolucionario, o no será”. <